Sorprendida te observe llegar durante la tarde, aun no te
conocía, vestías ropas ligeras y siempre con un talante limpio y sencillo.
Hermosa, suave y apacible, así, como el rocío que cae en
una tarde de otoño, entraste en mi vida, ávida como la nieve justo antes de
llegar la primavera y como la noche cuando se une con el amanecer; así también
se unieron nuestros corazones cuando te bese por primera vez.
M.F.
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